miércoles, 29 de julio de 2009

Retroalimentación

¿Qué ocurriría si en la simple acción de verter agua en un vaso, no estuvieras atento a lo que haces? Es posible que no lograras que ni una gota de agua entrara al vaso, o bien lo llenarías de tal manera que el agua rebalsaría el mismo.
Lo que ocurre habitualmente es que cuando echas agua en un vaso, observas lo que va sucediendo, pudiendo modificar la dirección del chorro y el caudal en función de la cantidad de agua que deseas.
La inteligencia basada en la observación es lo que nos permite observar lo que ocurre cuando se produce una acción y esa acción trae como consecuencia una conducta que se modificará o no de acuerdo a los resultados de la acción. (continúa...)

El Doctor Norbert Weiner (profesor de matemáticas del MIT) quien inventó la cibernética en el año 1947 aplicando la matemáticas al análisis de sistemas y posteriormente a la tecnología militar definió a la cibernética como el arte de hacer efectiva la acción.
En el ámbito militar el mayor problema de la defensa antiaérea es que el objetivo se mueve, no es estático. Disparar a un blanco estático es bastante más fácil que disparar a un blanco en movimiento. La única manera de disparar a un blanco que se mueve es haciendo que el sistema aprenda de sus errores y pueda adelantarse a la trayectoria del avión. El sistema dispara, comprueba el blanco, rectifica el disparo, calcula la velocidad y la trayectoria del blanco en movimiento, vuelve a disparar, vuelve a comprobar, etc., auto regulándose a sí mismo.
La retroalimentación es lo que permite al misil alcanzar su objetivo.

Observando y midiendo (retroalimentación) es como trabaja la cibernética.
De la misma manera funcionamos nosotros como seres humanos (excepto cuando el miedo nos controla).
Ante cada pensamiento, cada conversación, cada acción que generamos, se produce una observación que nos permite aprender y de esa experiencia es que decidimos modificar la dirección de nuestras acciones. Nos retroalimentamos constantemente. Una respuesta nuestra que genera enojo, una palabra que produce afecto, una acción que genera temor, un pensamiento que nos produce miedo, nos sirve para aprender y retroalimentarnos continuamente.
Así como el capitán, que antes de zarpar, tiene un plan de navegación y tanto el cómo su tripulación saben perfectamente adónde quieren dirigirse, es conveniente que cada uno de nosotros verifiquemos constantemente hacia donde queremos ir.
La contante retroalimentación con nosotros mismos y de otros hacia nosotros nos permitirá al igual que los instrumentos del barco, evitar que no lleguemos a destino o que colisionemos con algún elemento que se cruce en nuestro camino.

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