martes, 7 de abril de 2009

El amanecer de las emociones

En determinadas ocasiones, sentimos en nuestra vida que la “mala suerte” ha llegado para quedarse, acaso ¿cuando más oscura es la noche, no es justamente cuando la vida da paso al amanecer?
La naturaleza con su inmensa sabiduría nos enseña que el crudo invierno da paso a la cálida primavera y que en lo más profundo del fruto caído, se halla la semilla dispuesta.
Ciclos ascendentes como la ola que llega a su plenitud y desciende hasta romper ,“tocar fondo” y volver a emerger a un nuevo episodio de existencia.
Lo mismo sucede con las sensaciones y las emociones. ¿Podemos alargar el placer que sentimos al triunfar ante un desafío? ¿Podemos alargar la emoción de satisfacción por un trabajo bien hecho? o ¿la alegría del abrazo a un ser querido?
En el fondo de nosotros mismos, sabemos muy bien que la vida tiene sentido tanto en la incertidumbre, como en la certeza. Ante el sufrimiento, reconocer el dolor y también, como tras él, brota la esperanza.
De esa manera la desesperación deja paso a la esperanza, la intolerancia a la paciencia, la tristeza a la alegría, sin que tengamos que hacer demasiado para superarlo, simplemente cuando llegue la noche oscura del alma, fluyamos hacia adelante y dejemos que lo próximo llegue y que, de todo ello, uno suavemente aprenda.
Tengamos confianza en el Ritmo del Universo. Todo sucede por algo, y a veces, es duro nacer a una nueva etapa, pero sabemos que detrás de lo que sucede hay crecimiento y enseñanza. Cuanto más difícil es el momento, más cerca está el cambio abrupto por el que nacemos a otra esfera. Si ahora hay nubes de dolor y confusión en su vida, acepte, observe, mantenga la atención... usted bien sabe que esto también pasa.
El ayer es historia, el mañana es un misterio, pero el hoy es un regalo. Tal vez por eso lo llamemos “Presente”.

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