jueves, 8 de julio de 2010

Escuchar lo que conviene

Un indio que vivía en una reserva fue a una ciudad cercana a visitar a un hombre blanco al que le unía una vieja amistad.
Una ciudad grande, llena de coches, de ruidos, de multitud de personas apresuradas, era algo nuevo y desconcertante para el indio.
Iban los dos paseando por la calle cuando, de repente, el indio tiró a su amigo de la manga y le dijo:

—¡Párate un momento! ¿Oyes? ¡Escucho el canto de un grillo!

—¿Qué oyes un grillo? —el hombre blanco aguzó el oído. Después, sacudió la cabeza—. Yo lo único que escucho es el ruido del tráfico. Me parece que estás en un error, amigo, aquí no hay grillos... y, en el caso de que los hubiese, sería imposible escucharlos en medio de este estruendo.

Pero el indio avanzó unos pasos, quedándose parado ante la pared de una casa donde había un arbusto... ¡Allí estaba el grillo! Su amigo afirmó con la cabeza, a la vez que decía:

—Está claro que sólo tú podías oír al grillo. Tú eres indio, y los indios tienen el oído más desarrollado que los blancos.

—No estoy de acuerdo con eso —respondió el indio—. Presta atención, que te voy a demostrar algo.

Metió la mano en el bolsillo, sacó una moneda, y la dejó caer sobre la acera. Al oír su tintineo cuando chocó con el asfalto, todas las personas en varios metros a la redonda se volvieron, mirando a todos lados. El indio recogió la moneda, a la vez que decía:

—Nuestro oído no es mejor que el vuestro. Simplemente, cada uno escucha sólo aquello a lo que le da importancia.

¿Escuchamos a nuestro cuerpo cuando nos da sutiles muestras de que algo no anda bien?, ¿Escuchamos a nuestras emociones cuando algo tienen para decirnos?, ¿Escuchamos a las oportunidades cuando disfrazadas de infortunios se cruzan en nuestro camino?. ¿No será tal vez el momento de comenzar a escuchar no solo aquello que nos conviene?

2 comentarios:

yahalu dijo...

mmm... me agrada tu blog pero entonces cayendo en el mismo tema que opinas de esta pequeña historia parecida a la del indio y el grillo.

El rey quiere saber su futuro y le pregunta a un adivino y este dice: Todos sus parientes morirán antes que usted. Y el rey ordena que lo ejecuten y manda a traer a un segundo adivino y este le dice: Usted mi estimado rey vivirá más que todos sus parientes. Y el rey lo premia con oro… Si el segundo adivino dijo lo mismo que el primero entonces… no endulce el oído con solo oír lo que conviene.

pero al final mi pregunta es ¿Qué nos aporta como seres humanos?

¿A que vuestras culpas son de nosotros mismos por escuchar lo que queremos escuchar?

Mariano Vazquez dijo...

Estimado Yahalu, buenos días.
Muchas gracias por abrir este espacio de reflexión.
Muy interesante este cuento y la relación que haces con el cuento del Grillo. En ambos casos seguimos escuchando lo que nos conviene o lo que tenemos disponible escuchar, ya que este escuchar selectivo, se puede deber a la cultura en la cual crecieron y se desarrollaron, el tipo de instrucción recibida, los valores con los cuales fueron criados, etc.
Considero que estas historias nos permiten a los seres humanos, hacer un alto en nuestro diario vivir para "darnos cuenta" y hacernos responsables de la forma en que estamos escuchando.
No hablaría de culpabilidad, ya que en muchos casos, las personas no son concientes de su capacidad de escuchar. Tal vez tengas hoy mismo la posibilidad de mostrar a alguien la forma en que esta escuchando.
Saludos, Mariano