miércoles, 24 de agosto de 2011

Increible Coro Virtual

¿Creatividad?, ¿Innovación?, ¿Tecnología?
Erick Whitacre es un joven compositor estadounidense bastante peculiar. Su especialidad es la música coral aunque también se maneja bien en el ámbito de las nuevas tecnologías y las músicas digitales.

Su coro Lux Aurumque está a la altura de los mejores cánones barrocos y con él ha querido innovar y realizar algo diferente a lo habitual.

Este video que nos ofrece, es interpretado por 185 voces, mediante internet desde 12 países diferentes...
Una actuación espectacular uniendo lo mejor de lo clásico y los adelantos tecnológicos de lo más nuevo.
Para disfrutar y compartir...

domingo, 21 de agosto de 2011

Dia del Niño. ¿Seguimos siendo niños?

Hoy, domingo 21 de agosto, en Argentina se celebra el Día del Niño.
Una fecha que los niños esperan, ya que viene acompañada de regalos y juguetes.
Hoy compartiré con mis hijos su día del niño.
Pero hoy quiero hacerme y hacerles un regalo a ustedes, aquellos que me siguen en este blog y los cuales hace ya algunos años hemos dejado la niñez...
Quiero obsequiarles unos minutos de este video, para que se reconozcan y se pregunten si aun nos seguimos sintiendo niños.
Espero que lo disfruten tanto como yo al escucharlo.
Un abrazo



sábado, 20 de agosto de 2011

¿y tú?...¿a quién llevas a cuestas?

Dos monjes que regresaban a su templo, llegaron a un arroyo donde encontraron a una hermosa mujer que no se atrevía a cruzarlo , temerosa porque el arroyo había crecido y la corriente era fuerte.

Uno de los monjes, el mayor, casi sin detenerse, la alzó en sus brazos y la llevó hasta la otra orilla.

La mujer le agradeció, ya que su hijo estaba gravemente enfermo y ella necesitaba cruzar ese arroyo para verlo. Los monjes siguieron su camino.

Después de haber pasado tres días, el otro monje, el joven, sin poder contenerse más, exclamó: "¿Cómo pudo hacer eso, tomar una mujer en sus brazos ?. Usted conoce muy bien las reglas..."

El monje mayor, espondió con una sonrisa :
" Es posible que haya cometido alguna falta, pero esa mujer necesitaba cruzar ese arroyo para ver a su hijo. Yo solo crucé a la mujer y la dejé en la otra orilla"
"¿Pero que ocurre contigo, que ya pasaron tres días del episodio y aún la llevas a cuestas?"
.

Y tú, ¿a quién o a qué llevas aún en tus hombros? Hay circunstancias que requieren que demos vuelta la hoja y olvidemos lo pasado para tomar nuestro debido rumbo.

Muchas veces resulta difícil distinguir entre un problema real y uno mental.
Aprende a diferenciar lo que tus ojos ven, de lo que tu mente quiera que veas y recuerdes.

viernes, 19 de agosto de 2011

La forma de decir las cosas

Reflexionemos con este inteligente cuento tradicional sufí

Cuentan que una noche un sultán soñó que había perdido todos los dientes. Enseguida cuando despertó, ordenó llamar a un adivino para que interpretase su sueño.

- ¡Qué desgracia, mi señor! – exclamó el adivino – cada diente caído representa la pérdida de un pariente de Vuestra Majestad.

- ¡Qué insolencia! – gritó el sultán enfurecido – ¿Cómo te atreves a decirme semejante cosa? ¡Fuera de aquí!

Llamó a su guardia y ordenó que encierre al adivino durante una semana y que le dieran cien latigazos.

Más tarde ordenó que le trajeran otro adivino. Enseguida cuando lo vio, le contó lo que había soñado. Éste, después de escuchar al sultán con muchísima atención, le dijo:

- ¡Excelso Señor! ¡Felicitaciones! El sueño significa que sobreviviréis a todos vuestros parientes.

Se iluminó el semblante del sultán con una gran sonrisa y ordenó que le dieran cien monedas de oro al adivino. Cuando éste salía del palacio, uno de los cortesanos le dijo admirado:

- ¡No es posible! La interpretación que hiciste de los sueños es la misma que la del primer adivino. No entiendo por qué al primero le pagó con cien latigazos y una semana de calabozo y a ti con cien monedas de oro.

- Recuerda bien, amigo mío – respondió el adivino – que todo depende de la forma en el decir.

Uno de los grandes desafíos de la humanidad es aprender el arte de comunicarse.
De la forma como nos comunicamos depende, la mayoría de las veces, la felicidad o la desgracia de las personas, la paz o la guerra entre los pueblos.

Que la verdad debe ser dicha en cualquier situación, de esto no cabe duda, más la forma con que debe ser comunicada es lo que provoca en algunos casos, grandes problemas.

La verdad puede compararse con una piedra preciosa.
Si la lanzamos contra el rostro de alguien, puede herir, pero, si la envolvemos delicadamente y la ofrecemos con ternura, sin dudas que será aceptada con agrado.


miércoles, 17 de agosto de 2011

Empujar la Vaca

Esta historia se la dedico a un Gran Amigo, alguien que al igual que muchos, está transitando la incertidumbre de tomar una decisión.

Es mi deseo que disfruten de este relato...

Un maestro samurai paseaba por un bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita al lugar.
Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de conocer personas y las oportunidades de aprendizaje que obtenemos de estas experiencias.

Llegando al lugar, constató la pobreza del sitio: los habitantes, una pareja y tres hijos, vestidos con ropas sucias, rasgadas y sin calzado; la casa, poco más que un cobertizo de madera...


Se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia y le preguntó: “En este lugar donde no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio tampoco, ¿cómo hacen para sobrevivir?

El señor respondió: “amigo mío, nosotros tenemos una vaca que da varios litros de leche todos los días. Una parte del producto la vendemos o lo cambiamos por otros géneros alimenticios en la ciudad vecina y con la otra parte producimos queso y otros derivados para nuestro consumo. Así es como vamos sobreviviendo.”


El sabio agradeció la información, contempló el lugar por un momento, se despidió y se fue.
A mitad de camino, se volvió hacia su discípulo y le ordenó: “Busca la vaca, llévala al precipicio que hay allá enfrente y empújala por el barranco.”


El joven, espantado, miró al maestro y le respondió que la vaca era el único medio de subsistencia de aquella familia.
El maestro permaneció en silencio y el discípulo cabizbajo fue a cumplir la orden.

Empujó la vaca por el precipicio y la vio morir.

Aquella escena quedó grabada en la memoria de aquel joven durante muchos años.
Un bello día, el joven agobiado por la culpa decidió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar. Quería confesar a la familia lo que había sucedido, pedirles perdón y ayudarlos.

Así lo hizo. A medida que se aproximaba al lugar, veía todo muy bonito, árboles floridos, una bonita casa con un coche en la puerta y algunos niños jugando en el jardín.
El joven se sintió triste y desesperado imaginando que aquella humilde familia hubiese tenido que vender el terreno para sobrevivir.
Aceleró el paso y fue recibido por un hombre muy simpático.

El joven preguntó por la familia que vivía allí hacia unos cuatro años.
El señor le respondió que seguían viviendo allí. Espantado, el joven entró desconcertado a la casa y confirmó que era la misma familia que visitó hacia algunos años con el maestro.


Elogió el lugar y le preguntó al señor (el dueño de la vaca): “¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida?”
El señor entusiasmado le respondió: “Nosotros teníamos una vaca que cayó por el precipicio y murió. De ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos. Así alcanzamos el éxito que puedes ver ahora.”



“Cada uno de nosotros tenemos alguna vaca que nos proporciona elementos básicos para nuestra supervivencia, pero que nos lleva a la rutina y nos hace dependientes de ella. Nuestro mundo se reduce a lo que la vaca nos brinda.”

Si sabes cual es tu vaca, no dudes en tirarla por el precipicio. Llegó el momento de pasar a la acción y salir de la rutina cuanto antes.

lunes, 15 de agosto de 2011

Conversaciones Rítmicas

Lugar: Montevideo, Uruguay
Motivo: V Edición de la Formación de Coaching Ontológico

El Ritmo nos acompaña desde el inicio de nuestra vida, el primer latido de nuestro corazón, la respiración, el andar, el idear y la conversación están presentes y vivos a partir del latido, reflejando en él nuestro sentir, hacer y pensar.

El aprendizaje en círculo, nos remite al más antiguo modo de reunión del ser humano. El círculo como figura mágica al que la humanidad adoro desde los principios de la civilización. El círculo nos pone a todos en un mismo nivel, nos acerca, nos descubre y nos da la posibilidad de potenciarnos.
Produce la integración de las individualidades en un único ser, integrado, colaborativo, íntimo y respetuoso.

Los tambores y el candombe, posibilitan la expresión espontánea, permite descubrir nuevos talentos, dejar de lado pseudo limitaciones y ofrecer lo mejor de cada persona para un objetivo único y común.

Ritmo, círculo y tambores, tres componentes primordiales para esta experiencia, donde la música espontáneamente fue surgiendo, siguiendo un pulso, un ritmo, una emoción escondida, una alegría desbordada, una conexión auténtica y un descubrirme para descubrirnos.

Alba, Andrea, Carlos, Cristina, Esther, Helena, Iliana, Lalo, Mónica, Pilar, Rossana, les estaré eternamente agradecido por una vez más habernos comunicado, no solo desde las palabras, por haberme permitido conocer esta maravillosa experiencia, donde una vez más aprendimos, nos integramos, disfrutamos y por sobre todas las cosas, continuamos juntos en este extraordinario camino de vivir.

martes, 9 de agosto de 2011

La Mujer de la Limpieza

Durante mi segundo año de universidad nuestro profesor nos puso un examen. Yo era un estudiante responsable y había contestado seguro y rápido todas las preguntas hasta que leí la última:

"¿Cuál es el nombre de la mujer que limpia la universidad?"

Seguramente que esto era algún tipo de chiste. Había visto a la mujer de la limpieza varias veces. Era alta, de pelo oscuro y como de 50 años, pero ¿Por qué yo debería saber su nombre?

Le entregué el papel dejando en blanco la última pregunta. Justo antes de que se terminara la clase, un estudiante preguntó si la última pregunta contaría para la nota del examen.

"Absolutamente," dijo el profesor. "En sus carreras ustedes conocerán a muchas personas. Todas son significativas. Ellas se merecen su atención y cuidado aún si todo lo que ustedes hacen es sonreír y decir "hola."

Nunca he olvidado esa lección. También aprendí que su nombre era Dorothy.